miércoles, 19 de marzo de 2008

Enemigos del Aprendizaje


Desde el momento que tomamos consciencia de que “no sabemos” en un determinado dominio, lo asumimos, lo declaramos e iniciamos un proceso de aprendizaje, pueden surgir en el camino algunos "enemigos". Estos se manifiestan bajo la forma de bloqueos, trabas, conductas, hábitos y terminan provocando apartamientos que nos pueden conducir por otros rumbos, desviándonos en muchos casos de nuestros objetivos.
Veamos algunos de ellos:

• Como punto de partida, nuestra dificultad para declarar “No sé”.

Creernos que tenemos todo claro, que ya lo sabemos todo.

No desafiarnos a buscar alternativas de mejora, quedándonos inmersos en conversaciones limitantes y posturas cómodas tales como: “Si así funciona, para qué lo voy a cambiar”; “Lo vengo haciendo así desde hace años, para qué lo vamos a modificar…"

No tener la capacidad de desaprender lo aprendido. Quedarnos en conversaciones como: “a mí me lo enseñaron de esta manera…” Esto tiene que ver con conductas, acciones y hábitos arraigados que durante mucho tiempo pudieron habernos servido, pero en un determinado momento deben ser superados, dejados de lado y eventualmente reemplazados por otros.

Rigidez e Inflexibilidad. Tiene que ver con la incapacidad para adaptarnos al cambio y con no saber reconocer las señales que nos indican que debemos mejorar o modificar algo.

Excusas tales como “Esto no es para mí”; “Como soy yo seguro que no voy a poder”; “¿A mi edad empezar con esto?”; “Noooo, ya pasó mi cuarto de hora para estudiar”; “No me da la cabeza…” Muchas de estas situaciones reflejan una profunda auto descalificación. Esto no debe confundirse con la autocrítica, que por lo general, tiende a incentivar a las personas a superarse.

• El “No tengo tiempo”.

Asignar la culpa de la propia ignorancia a otro: “Y, mi jefe no me deja estudiar durante el horario de trabajo”; “Mi mujer me obliga a que la acompañe a…”; “Mis hijos me exigen que esté con ellos todo el tiempo…”; “Mis amigos me llaman para ir a tomar un café o al club, y no puedo fallarles…”; “Mi madre que demanda siempre mis visitas…”

Dificultad para reconocer que necesitamos ayuda y otro tanto para solicitarla: “Con esto creo que me arreglo…”; “Me da no sé qué pedirle que me explique…”; “No, yo no pregunto nada, a ver si cree que soy un burro…”; “Seguramente no tiene tiempo para explicarme…”

Desconfiar de los que nos puedan ayudar sin fundamentos válidos: “Ese profesor no, me dijeron que no sabe nada…”; “Un amigo me contó que ese instituto de capacitación es de muy bajo nivel… Por eso mejor ni pregunto”.

Tomarnos las cosas a la ligera: “No pasa nada, de alguna manera lo hago…”; “No debe ser tan difícil, leo las instrucciones y listo…”

Confundir Conocimiento con Saber: “Si ya sé, algo leí”; “Leí un artículo sobre ese tema y era como yo te decía…”; “Ya le pegué una hojeada al manual de instrucciones, es una papa…”

Estancarnos frente a la aparición de dificultades: “Huy, se complicó, ¿y ahora qué hago?”; “No lo estoy entendiendo, mejor lo dejo para otro momento…”